Acaba de terminar el partido y aún con el regusto amargo de la derrota, no puedo dejar de reconocer que hoy Gales ha sido superior al XV del Trébol y ha ganado con toda justicia por 22 - 10.
Y lo ha hecho asentándose en dos factores determinantes en cualquier modalidad deportiva: una grandísima defensa y una efectividad increíble en ataque.
En el primer aspecto, la defensa, todo el equipo galés ha sido una muralla rocosa que los irlandeses apenas han tenido ocasiones de traspasar. En ataque, la pareja de medios galesa, Mike Phillips y Rhys Priestland, ha sido determinante para saber jugar siempre la mejor opción posible.
Irlanda, por su parte, ha jugado atenazada por la responsabilidad de saber que ésta era la última oportunidad para la generación de oro irlandesa, liderada por su capitán Brian O´Driscoll, de plantarse en semifinales de un Mundial. Casi con toda seguridad hoy llega el momento de saber pasar página y empezar a dar entrada a la nueva sabia que, seguro, existe en un país como Irlanda donde el rugby es casi religión. Su afición, hoy, esperaba más. Un país, Irlanda, que merecía vivir una alegría pero que ha sufrido la caricia amarga de la derrota.
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